jueves, 4 de febrero de 2010

Me siento en el borde del precipicio y no me caigo.

A menudo nos sentamos en el borde de los precipicios, confiamos. Sabemos que de un momento a otro todo puede caer, incluidos nosotros. ¿Cuando no se tiene nada seguro es bueno confiar?
Siempre se ha dicho que quien no arriesga no gana, ¿será eso cierto? o ¿por el contrario intentamos por todos los medios que otra persona compruebe que ninguna de las piedras del borde se deslizará cuando nos sentemos?
Bueno, el otro día me senté justo en el borde. Nadie me había tanteado el terreno y por un momento dudé mucho de mis pasos. Todavía no sé que saldrá de mi confianza.
Bueno, así si gano habré ganado yo, yo de verdad. No la persona que comprobó que no caería.

Cosas estúpidas que se escriben a las 22:29 finalizando el día 4 de febrero de 2010, madre mía todavía no me habitúo a escribirlo.

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